Tengo miedo a salir de casa y contagiarme de coronavirus

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La pandemia de la COVID-19 llegó de lleno a nuestras vidas en marzo de 2020, cuando se estableció el confinamiento. Un año después, hay personas que todavía tienen miedo a salir de casa.

Consideran que el hogar es el entorno más seguro para evitar ser contagiados y solo salen de casa cuando es estrictamente necesario y con medidas de seguridad extremas.

En los últimos meses España ha sufrido la tercera ola de la pandemia por la cual el número de contagios ha superado los tres millones de personas1. Aunque se conocen qué medidas hay que tomar para minimizar el riesgo de contagio, las vacunas ya se están administrando entre la población y cada vez hay más personas inmunizadas, no son razones suficientes para que estas personas perciban que salir a la calle “ahora es más seguro”.

¿De dónde proviene este miedo?

La respuesta la encontramos en el confinamiento2. El hogar se convirtió en el lugar más seguro para parar la pandemia y evitar ser contagiado por la COVID-19. Durante estos meses no salir a la calle y evitar el contacto con toda persona ajena a la unidad familiar se convirtió en la forma de sobrevivir a lo que estaba pasando. Estos meses fueron vividos con sentimientos de estrés y ansiedad debido a que el mundo se enfrentaba a una situación nunca vivida anteriormente y donde la incertidumbre ante el futuro era la tónica de cada día.

Las personas que, a día de hoy y tras un año del inicio de la pandemia, consideran “el exterior” como un lugar inseguro no han conseguido aplicar la resiliencia inherente al ser humano (la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos).

El estrés, la ansiedad y el miedo se han hecho “con el mando”, y la lógica y el pensamiento racional no sirven para poder llevar una vida adaptada al momento en el que nos encontramos.

¿Y si tengo que salir de casa?

Las personas que tienen miedo a salir a la calle desde la llegada de la COVID-19 experimentan diferentes síntomas físicos cuando tienen que hacerlo. Entre los más frecuentes están:

  • Nerviosismo generalizado
  • Irritabilidad
  • Sudoración excesiva
  • Taquicardias o corazón acelerado
  • Hormigueo en las extremidades
  • Respiración rápida y superficial

Esta sintomatología se presenta desde el momento en el que tienen que planear una salida de “su refugio”. Todo esto les hace que salgan a la calle en las ocasiones en las que es estrictamente necesario como, por ejemplo, para ir al médico, a la compra o sacar al perro. El teletrabajo se ha ido incrementando desde que empezó la pandemia. Aunque para muchas personas ha sido un problema, por tener que conciliar vida laboral y familiar, ha sido el aliado perfecto para las personas con este problema, haciendo que la necesidad de salir a la calle sea todavía menor.

Además, la higiene, la limpieza y la comprobación del estado de salud llegan a convertirse en comportamientos compulsivos que pueden afectar negativamente a las relaciones de pareja y familiares.

Por otra parte, tratan de evitar situaciones que antes de la llegada de la COVID-19 la persona con este problema consideraba que no suponían ningún riesgo para la vida: ir al trabajo, sacar a pasear al perro, sacar la basura, hacer la compra, quedar con amigos o familiares, salir al cine o a un concierto, etc. El aislamiento, que es posible que anteriormente consideraban como algo negativo y que podía afectar negativamente a su salud mental, se llega a convertir en algo que ansían y consideran positivo.

¿Qué se puede hacer para evitar el miedo y la ansiedad?3

  • Aceptar que no es posible tener el control de todo lo que sucede y que a lo largo de la vida se producen cambios a los que hay que adaptarse, conseguirá que, poco a poco, se vaya siendo más resiliente y, por tanto, se tenga más “fortaleza mental” para poder ir saliendo cada vez más a la calle sin considerar que se está poniendo en riesgo la vida.
  • Ser realista en la toma de decisiones y saber que hay que optar por lo que es más conveniente para la salud, en vez de por lo que es más cómodo. Es decir, hay que ir retomando actividades que antes de la pandemia eran consideradas placenteras como, por ejemplo, algo tan sencillo como ir a pasear.
  • No caer en la trampa de esperar a salir a la calle cuando “se tenga ganas”. Hay que ser proactivo e ir saliendo poco a poco, con todas las precauciones, para darse cuenta de que estar fuera de casa no es sinónimo de poner en peligro la vida.
  • Buscar el apoyo entre la gente que se encuentra alrededor (familiares, vecinos, amigos) para ir venciendo el miedo a salir al exterior. La situación generada por la pandemia es igual para todo el mundo, por lo que escuchar las experiencias sobre salir a la calle de esas personas puede ayudar a que se perciba como menos peligroso.

Si salir a la calle sigue provocando ansiedad, estrés o tener dificultades para dormir durante un tiempo prolongado, se debe acudir a profesionales en salud mental para que ayuden a paliar este problema y mejorar la calidad de vida.

 

 

Referencias:

1 Enfermedad por nuevo coronavirus, COVID19. Situación actual. Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Página consultada el 22 de febrero de 2021. 

2 Andrea Vega Seoánez. “Síndrome de la cabaña”: cuando la libertad se convierte en un problema. Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Octubre, 2020. 

3 Guía de autoayuda frente al impacto psicológico de la pandemia. Madrid Salud. Junio, 2020.